¿Lo mejor de 2015? Circulen

Aquí, desde luego, no lo encontrarán. O sí, si por casualidad coinciden ustedes con algo de lo que viene aquí abajo: un (montón de, en realidad) cómic, un libro, una película. De 2015. Dale:
Eel mansions, Derek van Gieson
Eel mansions, de Derek van Gieson.

A base de rebuscar en el catálogo de Diamond y de googlear cualquier cosa con pinta de raruno, no hay año que no demos con florecillas weirdas en el proverbial estercolero de las viñetas, o eso es lo que nos autosugestionamos a creer. En fin, este año por fin hemos tenido edición en román paladino de las últimas obras de gente a la que hacemos casito a tutti, rollo el Cráneo de azúcar de Charles Burns, lo de Junji Ito (que hasta haciendo tebeos de gatetes es malrollero), la Bahía de san Búho de Simon Hanselmann, o (¡sorpresa!) nada menos que tres recopilatorios con los locurones vintage-zetoso-naif de Steve Mannion. En el apartado descubrimientos, mezclando lo publicado aquí con lo publicado allá, destacaríamos cosas como el Lose de Michael DeForge (ya era hora, ¡DeForge, carámbanos!), Copra de Michael Pfiffe (superhéroes-o-metahumanos, así, sí), los dos joyones de lo tan-malo-que-es-bueno de Benjamin Marra, el Veil de Rucka y Fejzula (por el dibujo de este último más que nada, pero que más "más" que "nada", eh), o lo de la enésima gran esperanza blanca del mainstream yanqui, por fin un atisbo de relevo generacional a los Moore, Morrison, Milligan, Ellis y demás: Ales Kot, que lo menos que podemos decir del casi-todo-lo-que-lleva-publicado-que-llevamos-leído es que LO INTENTA. Y no es poco.

Y sin embargo, ya ven: nos quedamos con un tebeo que ha leído su autor, cuatro amigos y cuatro coolhunters de chichinabo como servidores, apuesto que tal. Soap opera sobrenatural, tranche de vie, surreodadaísmo, vida de la artista que se trinca hasta el agua de los floreros, meta-media (TV, showbiz, ¡cómic!), yo qué sé, es un poco ida de pinza, feote, confuso a ratos y malencarado. ¿Cómo no íbamos a adorarlo? :___)

Acéphale, Georges Bataille et alii

Acéphale, de Georges Bataille y más gente pelín estropeada.

Vale, pues resulta que este año Arena Libros ha publicado una edición facsimilar de ese perro verde que fue la revista Acéphale de Bataille, Klossowski, Callois, Masson y demás fauna asilvestrada. No es que fuera la primera en nuestra lengua; de hecho, tenemos todavía la edición argentina de Caja Negra, que puede ser suya por el increíble precio que aparece en pantalla:
(Imagen capturada de la web de Amazon, 1)
Claro que si prefieren el objeto en la lengua de Magali Noël, prepárense a vender las fanegadas:
(Imagen capturada de la web de Amazon, 2)
No nos vamos a enrollar a estas alturas con Bataille, el santo más puter* ever, y sus mariachis, que para eso tienen la internete, pero si eso otro día ya les decimos la nuestra. <3

Mad Max: Fury Road, de George Miller.

No pecaremos de raritos precisamente con nuestra elección cinematográfica, pero qué le vamos a hacer: desde los primeros fotogramas, con esos colorines sobresaturados, ese ritmazo y esa sensación, que nos duró toda la película, de estar viendo CINE y no REALIDAD, nos dejó turulatos y nos hizo tragarnos esas dos horas de pilla-pilla y piñazos stendhalazeados y con el aparato crítico aprovechando para ir a por tabaco y no volver. Luego hemos visto que nada menos que Brendan McCarthy anduvo por ahí haciendo cosas, cosas brendanmccarthyanas, colmando de felicidad a nuestro friki interior y dándonos la enésima coartada intelectual para witnessmear el enésimo mash-up de hilowbrow, o lo que viene a ser lo mismo, para seguir alimentándonos la tontería. ¿Quién dijo que un blockbuster no podía ser ARTE*?

*Cristopher Nolan levanta la mano, pero la seño le dice que siga cara a la pared. Cristopher Nolan hace ruiditos de pedo metiendo la palma de la mano bajo el sobaco.


 Y ya. Un beso y hasta el año que viene, ojalá. :*

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