Pacientes dobles

Love Secrets, cubierta del cómic
Cubierta original de Love Secrets 32, agosto de 1953
"I fell for a commie". Guionista desconocido, dibujo de Sam Citron y -probablemente- Dick Beck (Love secrets 32, agosto de 1953).

Estados Unidos, años 50 del pasado siglo. Estamos en plena Guerra Fría. Los cómics siguen siendo una de las expresiones populares de carácter masivo, en forma tanto de comic-strips, o tiras de prensa, como de comic-books, revistas en color de muy baja calidad de papel e impresión. En este segundo caso, se trata generalmente de productos de consumo rápido, de venta prácticamente en cualquier sitio, y producidos principalmente para un público infantil o adolescente. Hasta mediados de los 50, y tras un proceso que puede encuadrarse perfectamente en la paranoia anticomunista de la "caza de brujas" tan conocida por su caso cinematográfico1, no existía ningún código de censura previa, con lo que la libertad de la que gozaban los autores para contar sus historias apenas estaba contenida por los requerimientos de comercialidad que exigían los editores. Todavía falta un tiempo para el auge de los Cultural Studies, la French Theory y el reinado de lo PC ("Politically Correct"), por lo que el trato dispensado a las minorías étnicas, las mujeres o los homosexuales, por ejemplo, resulta en no pocas ocasiones, para nuestra mentalidad actual, vergonzante cuando menos. Ahora bien, precisamente por eso mismo ciertas historietas, pese a ir teóricamente destinadas a un público tierno, y ser muchas veces tremendamente naif, resultan ciertamente chocantes incluso desde la perspectiva adulta. Un ejemplo claro son las historietas de terror, bastante populares durante el primer lustro de la citada década, y que sorprenden muchas veces por su brutalidad, sadismo, retorcimiento y violencia explícita. De hecho, resulta curioso cómo esa imagen, muchas veces idealizada, de la conservadora norteamérica del mcarthysmo, guarda oculto a plena vista su reverso oscuro, en forma de semilla que ejercerá cierta influencia en las siguientes, y no poco convulsas, décadas2.

Los ejemplos son innumerables. Tomemos la historieta "I fell for a commie", publicada en el comic-book Love Secrets núm. 32, con fecha de agosto de 1953, por la editorial Quality Comics, y recientemente reeditada por IDW/Yoe Books en Weird Love núm. 1 (California, mayo de 2014). La historieta en cuestión, según parece, se encuentra -como muchos otros cómics de aquella época- libre de derechos, con lo que puede ser consultada y compartida sin problemas, y podrán encontrarla en diversas páginas que se dedican a recopilar, precisamente, historietas cuyos derechos han pasado al Dominio Público (por ejemplo, aquí). En la edición de IDW no se nombra al guionista -desconocido, pues, salvo excepciones, era práctica común de la época el que sus autores permanecieran sin acreditar-, y se indica que el dibujante a lápiz fue Sam Citron, mientras que el entintado aparece como "attributed to Dick Beck".

La historieta en sí aparece en un título consagrado a las historietas románticas, planteadas para un público femenino en el que los editores buscaban -y parecían hallar- su nicho de mercado. Los argumentos generaban variaciones ad nauseam del tema de las relaciones románticas hombre-mujer, dentro de un paradigma ciertamente conservador, alejado por completo, como decíamos, de lo que hoy puede considerarse "políticamente correcto", y solían tener un final feliz, entendiendo éste como la consolidación de la relación entre la pareja protagonista tras las dificultades planteadas en la historia, y el augurio de un futuro en común. "I fell for a commie", sin salirse del esquema paradigmático, es especialmente reveladora de cierta visión de la Norteamérica del momento del enemigo a batir: el comunismo. Contada en primera persona por la protagonista, una joven que inicialmente se encuentra buscando un empleo, nos muestra cómo ésta se enamora de un apuesto joven. Al principio todo parece ir bien, pero con el tiempo ella nota cómo él va adoptando un aire "nervioso, preocupado", hasta que recibe una nota en la que él le anuncia que debe dejarla. Sin más remedio que aceptarlo, pasan unas semanas hasta que ella descubre que él está acudiendo a algún tipo de "club", donde ella aparece para descubrir que se trata de una sociedad de simpatizantes del comunismo, donde se dan conferencias sobre la temática. El caso es que los dos amantes se reencuentran y, en su intento por recuperar la relación perdida, la ingenua muchacha pasa a formar parte del club, donde van tratando de adoctrinarla progresivamente. Ella, sin embargo, no deja de rechazar internamente todos los argumentos propuestos, y tan sólo mantiene una aquiescencia exterior para mantener junto a ella a su amado. La situación se mantiene hasta que cierto día, en una reunión, le informan de que pretenden infiltrarse dentro de instituciones de poder dentro de los Estados Unidos, y trabajar como topos al servicio de la causa comunista. A ella, en concreto, se le propone una misión dentro de su lugar de trabajo, dentro de una importante empresa. El desafío a sus convicciones es demasiado grande, y ella finalmente explota, llamando traidores a las personas reunidas, e incluso expresando su odio por el que ha sido su interés romántico hasta el momento, el cual se halla presente. La cosa no está para sutilezas, y el cabecilla le informa que nadie abandona el partido, que sabe demasiado y que son necesarias medidas drásticas, quizá un accidente; en pocas palabras, van a matarla. Sacudiéndose, la muchacha huye a la carrera, siendo perseguida por el joven en cuestión; mientras a ella le asaltan los recuerdos y rompe en llanto, él la alcanza y le explica que, en realidad, no es un comunista, sino un agente del FBI infiltrado dentro del grupo, y precisamente los últimos acontecimientos son la última prueba que necesitaba para presentar su acusación. La historieta termina con el agente informando a sus superiores y solicitando arrestos, mientras la emocionada muchacha se felicita por cómo ha terminado todo. En la última viñeta encontramos una moraleja, donde se previene a la lectora de caer en las redes del comunismo "tentada por el amor".
I fell for a commie - Sam Citron - Dick Beck - Quality Comics
Primera página de la historieta
No deja de tener cierta ironía que la lucha contra el comunismo que denuncia sin ambages la historieta provocara, de forma más o menos directa, y apenas un año después, una importante merma en las libertades, que la narración también reivindica como propias del sistema que defiende, dentro del ámbito del cómic, con la instauración de un código de censura, el célebre, y vigente hasta hace muy poco, Comics Code Authority. Y si bien éste podría ser uno de los argumentos a esgrimir, no sin carga ideológica, en contra del cómic, lo que precisamente pretendemos señalar es cómo éste se plantea de una forma tan transparente y unívoca que permite una paradójica lectura doble, guiada desde presupuestos previos y a los dos lados de una escala política. La conclusión a la que querríamos llegar es que la historieta, pese a que quisiera en apariencia que su posicionamiento ideológico y mensaje proselitista, anti-comunista y pro-norteamericano, llegaran claros y y sin ambigüedades al lector, permitiría, sin embargo, hacer una lectura a contrario sensu sin forzar en absoluto el texto. De hecho, podríamos sostener que la historieta bien podría servir para reforzar las posiciones ideológicas de un comunista-izquierdista, muy en contra de lo que ésta quisiera. Por ejemplo, al principio de la historieta, cuando la joven está en una oficina de empleo, un hombre se queja en voz alta de la falta de ocupaciones: "Hay un montón de dinero en América... ¡los Whitneys y los Vanderbilts no pasan hambre! ¡La nación me debe un buen trabajo!" Pues bien, por expresar estos pensamientos en voz alta, un empleado identifica al hombre y a nuestra protagonista, que tiene la desgracia de estar a su lado, como comunistas, y son expulsados de la oficina por un policía que se encontraba en el lugar, no sin antes quejarse de que tales individuos "muerdan la mano que se les ofrece", entre otras moralinas. En una escena dentro del "club" comunista, una simpatizante afirma que "no es el pueblo americano, sino el sistema capitalista el que traerá degradación a nuestro país". Desde luego, con agentes del FBI infiltrados, difícilmente tendrán ocasión de defender su propia alternativa.

Podrían seguir los ejemplos, pero baste decir que resulta bastante sencillo plantear dos lecturas antagónicas, desde el punto de vista de su posicionamiento político, sin salirnos, como decíamos, de la propia historieta. Desde luego, la sutileza no solía ser precisamente una de las virtudes de los comic-books de la época3, pero vemos cómo el maniqueísmo y la explicitud de los que hacen gala el cómic en cuestión permiten invertir con facilidad la que quisiera ser su propuesta. En todo caso, creemos que este tipo de productos de la cultura popular tiene, con sus agentes y pacientes dobles, un valor inmejorable para realizar el diagnóstico de una época y de sus contradicciones.

1El caso está íntimamente ligado con el de la editorial norteamericana EC Comics. Su entrada en la Wikipedia ofrece un resumen de dicho caso.
2La influencia de los cómics de la EC en particular ha sido explicitada en multitud de ocasiones, no sólo dentro del propio medio -donde los ejemplos son casi innumerables-, sino en escritores como Stephen King o cineastas como George Romero, John Carpenter (lo explica en este documental) y Tobe Hooper. Más sobre el particular en este enlace.
3Producidos en masa, con fechas de entrega y tasas de producción delirantes, amén de aspiraciones artísticas bastante modestas, no es que podamos ser muy duros con sus autores, muchos de ellos excelentes profesionales que realizaron, pese a todo, trabajos muy meritorios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario